Vamos a Barcelona para tocar el concierto de después de mi último concierto ahí, en el que me hundí en mí mismo y me defraudé junto a los demás. Vamos Víctor y yo, con Pablo y Elia. Voy a Barcelona a redimirme en pos de nuestra obra.
Recorro de vuelta el camino ya andado y volado tantas veces, con la novedad de la tristeza que me acosa en los últimos días. Cuando estoy jodido toco bien: es así.
Y cuando pase el concierto me espera el mar, y la bondad o crueldad de mi ciudad.
Si me veis por algún rincón, saludadme, aunque en un primer momento baje la mirada.
Todo es cíclico, y he pasado de estar en el Centro a estar en un extremo de mi Elipse. Terreno conocido, por otra parte, pero no por eso más amable: la diferencia es que normalmente sé cuál es el camino de vuelta: ¿Y las putas migas de pan? Supongo que me las comí en un acto de arrogancia.
Me desperté una mañana y habían pasado 10 años: ¿Por qué?
PD: Si ahora mismo te sientes así, no se te ocurra ver la puta serie sobre Jorge Sanz (a no ser que te guste clavarte cuchillos en el pecho).