Perdón por la demora; me he perdido en un cambio de costumbres, empezando una partida de ajedrez contra mí mismo, en contra de mi otro yo: de momento llevo ventaja.
Hasta hace un rato.
Estaba en casa, tranquilo, y de repente he sentido algo dentro de mí y he necesitado salir y escribir sobre cualquier cosa, eso no importa. Sentía el impulso como necesidad y la tarde como coartada, así que cogí el tabaco, busqué cualquier mechero, recogí del suelo mi mochila llena de mierda y salí del piso. ¡Mentira! Estaba a punto de salir pero sonó mi móvil y no sé por qué pero escogí responder. Todo bien; conversación de 3 minutos con alguien con quien me apetecía hablar, pero al colgar me di cuenta de que me había cortado el rollo: ya no sentía ese impulso, y me cagué en dios y en sony ericsson y sobre todo en mí por seguir siendo, a estas alturas de mi vida, tan sumamente gilipollas (¡Un desvergonzado! como diría mi abuela si leyese esto, o cualquier otra cosa que escriba) pero bueno, he salido igualmente y me he metido en un bar.
Como eran las 7 de la tarde y estoy dejando “la parranda”, y encima estoy medio constipado y bla bla bla... me he pedido un té verde de los cojones -hoy llevo 3 cafés y 2 tés verdes de los cojones-, puto aguachirri, vamos, que encima tiene color a orina y sabe a mate desmatado. Una guarrada. Pero todo bien, porque tiene antioxidantes y no es una “substancia parrandera”, y ya que me levanto a las 7 u 8 y me voy al Retiro a escuchar a los pajaritos y de paso y por puro aburrimiento intento coger a una tortuga de California madrileña de esas que están en los estanques del parque, y después doy paseos escuchando a Buika, o a Gilberto, o cualquier cosa que no sea indie, y luego llego a casa e intento comer cosas sanas, como ensaladas con salmón y nueces, y entonces leo y me siento bien y pienso en ver una película en la que salga Darín o John Turturro... pues prefiero beber aguachirri verde color orina. Y fumar. Y luego ya pensaré sobre qué coño tenía ganas de escribir, y no me preguntaré el por qué, porque para eso están los impulsos, ¿no? Se trata de hacer algo y no tener que darse explicaciones a uno mismo, como cuando entras al baño del Papillon o te da por coger un tren que vaya a la deriva.
Ya está: me siento bien.
Tengo ganas de acostarme con alguna poeta.
Poeta y que haya nacido en París. Alguien que me diga mientras lo hacemos que le muerda el pezón. Pero que me lo diga en francés.
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